Dios Eligió dos instituciones para llevar adelante sus planes en esta tierra.
1. La familia.
2. La iglesia.
Ninguno de nosotros que quiera hacer la voluntad de Dios en la tierra puede funcionar fuera de estos dos lugares. Es por eso que tenemos que poner muchas veces nuestro mayor esfuerzo para mantenernos firmes, perseverantes y productivos para la familia y también para el cuerpo de Cristo.
Es importante para nuestro desempeño en el propósito que aprendamos a valorar estos lugares. Mientras más valor le asignemos mayor será nuestra recompensa.
Es bueno saber que Dios primero nos ideó, luego buscó una familia donde posicionarnos.
Jeremías 1:4-5 “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”
Te formé: Esta es la palabra “Determinar, crear, embutir en molde”. Es decir que fuiste un diseño en su mente determinado para un fin en particular. Nosotros siempre decimos que Dios no usa moldes para crearnos, es cierto, no lo hace para personas. Pero los ministerios y las generaciones que Dios decide están bajo un modelo de bendición y trabajo.
Te conocí: Esta es la palabra clave para nosotros, ya que “conocer” para Dios es que te pensó. Te dio forma a partir de lo que imaginó en su corazón primeramente. Tu carácter, el lugar y la familia donde naciste es por esta razón.
Te santifiqué: Esto es “apartar”. Estás separado junto a tu familia para una función específica.
Te dí: No estás por que si en la tierra, sino que él te envió. Esto tiene un fuerte sentido espiritual para tu vida ya que él “te dio” y no es “Te trajeron o simplemente viniste al mundo”.
Conocer que él te formó, conoció, santificó y envió, te ayudará a comprender que importante es tu vida en esta tierra. No es simplemente vivir, hay un sentido mucho más profundo e importante. Esto tiene que elevar tu espíritu y romper todo pensamiento de víctima. Tus objetivos están determinados antes de que vinieras a este mundo.
